Con mucha sorpresa el mundo recibió la noticia a través del sitio oficial del ex tecladista de Deep Purple.
Tras haber anunciado el año pasado que sufría cancer de páncreas, pasó de "la oscuridad a la luz" a los 71 años en una clínica de Londres acompañado de sus seres queridos.
Fue uno de los íconos del rock sinfónico y dueño de un estilo que abrió caminos a varias generaciones.
Recuerdo haberlo escuchado por primera vez a los 13 años cuando "Machine Head" como tanta otra música inglesa empezó a escucharse en Argentina en 1983.
Obviamente que el primer riff de guitarra que aprendíamos era "smoke on the water" y luego aprendimos a reconocer con claridad el hammond de Lord en la extensa discografia de Purple o sus exquisitas intervenciones en la mejor etapa de Whitesnake, o el inolvidable "Child in time".
Fue un músico enorme, capaz del rock más pesado como de la más delicada variación junto a la Orquesta Filarmónica de Londres.
El legado de Jon Lord es trascendental y la noticia corre por el mundo causando todo tipo de sensaciones, como estas ganas locas de volver a escuchar un poco de hard rock suavizado finamente por el inconfundible Hammond de este monstruo que hoy ha muerto...
Télam
La poeta, cantora, compositora y musicóloga Leda Valladares murió ayer a los 93 años. Desde hace varios años la artista padecía el mal de Alzheimer y se encontraba recluida en un geriátrico de la Capital Federal.
Su deceso fue informado a Télam por el sobrino de Leda, Eduardo “Tuco” Valladares, hijo del recordado “Chivo” Valladares.
Leda nació en San Miguel de Tucumán en 1919. Si bien sus comienzos estuvieron ligados al jazz, con 22 años comenzó su pasión por el folclore. Promediando los años ‘50 viajó a Francia, donde se encontró con María Elena Walsh, con quien trabó una relación sentimental e integró el dúo folclórico Leda y María.
Una de sus obras cumbre editadas entre los años 1960 y 1974 fue una serie de álbumes testimoniales y documentales, “Mapa musical argentino”, a cargo del sello Melopea, de Litto Nebbia.
Leda Valladares tiene en su haber además inmortales obras de la talla de “Igual rumbo, grito en el cielo” (1989), “Grito en el cielo II” (1990) y la impecable “América en cueros” (1992), por la cual fue declarada miembro de honor de la Unesco.